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lunes, 14 de octubre de 2013

A POR SETAS

El régimen de lluvia que comenzó a principios de octubre ha terminado con la sequía y ha disparado una temporada de setas, que se había retrasado y parecía que iba a ser corta y de escaso rendimiento. Los hongos ya brotan con fuerza en unos bosques y prados húmedos por la últimas precipitaciones. Los expertos y aficionados creen que la campaña promete. Que va a haber setas para todos. Ahora habrá que tener en cuenta las nevadas y fríos del pasado fin de semana, que han afectado a las tierras altas de Bizkaia, Burgos y Cantabria.
Es sabido que cada seta o hongo tiene su zona (habitat) de crecimiento. Así los níscalos y algunos hongos como el pinicola son exclusivos de los pinares; las setas de cardo, senderuelas y galampernas de los prados; los hongos (boletus) tipo edulis, aureus, eryothropus, reticulatus de hayedos-robledales. Plateras y pardillas son ubicuas, mientras que la de chopo (común en Castilla) lo hace en las arboledas de ribera, etc. En teoría basta con ir a uno de esos lugares para encontrar la seta en cuestión.
En principio no hay unas zonas más favorables que otras para la fructificación de las setas. Tienen características diferentes, incluso hay algunas que prefieren los veranos secos y tormentosos. Por ejemplo la Amanita cesárea brota en castañares y encinares húmedos y recalentados. También es bueno saber que en las caras norte hay mayor humedad, si bien las zonas bajas de los pinares y del hayedo-robledal y las solanas son más propicias para localizar algunas setas.
Con muchos menos conocimientos micológicos cientos de aficionados han invadido estos días los bosques y prados de nuestra comunidad y alrededores. Algunos conocen un par de hongos (níscalo y pardilla, por ejemplo) y no se complican. Otros han leído un libro de setas o visto un programa de divulgación en la televisión. Lo recogen todo y lo que no se llevan lo pisotean y destruyen. Finalmente están los profesionales, que venden a por mayor. Sólos o en cuadrilla llegan aramados con rastrillos y arrasan. Son el verdadero peligro del monte y del setero dominguero, al que desplazan.
“Cada vez hay menos setas en el monte”, dicen algunos aficionados. Es verdad, Como también es verdad que cada vez hay más seteros. Si añadimos la contaminación, la deforestación y el cambio climático, con más temperatura y menos lluvias, nos daremos cuenta de que son organismos vivos que sufren y en algunos casos pueden desaparecer. En la península ibérica hay una lista con 67 hongos amenazados. Entre ellos, el Boletus regius y el Cortinarius praestans, buenos comestibles pero escasos.
Las zonas más frecuentadas 

Reunidos conocimientos y ganas salimos al monte, para allí constatar que los mejores parajes están vedados. Hay que solicitar permiso y pagar. Así, en el frecuentado norte de Burgos, hay dos zonas de pago: Merindades (con seis municipios) y Montes de Oca (con trece). La cifra a desembolsar es modesta (entre 3 y 5€ diarios), pero hay muchos aficionados que se muestran reacios para pagar. Son los que se enfrentan a los guardas, que a su vez les denuncian a la Guardia civil.
También hay limitaciones en Álava, con un tope de dos kilos; en Guipúzcoa, donde son cuatro los kilos permitidos; Navarra, comunidad en la que han proliferado los cotos de pago. Cantabria y Bizkaia están de momento libres. Como contrapunto de la búsqueda se puede ir a tiro hecho. Es lo que ofrece el Parque micológico de Ultzama, en Navarra. (Kuartelenea, C/San Simón 36. Lizaso. C.P 31799 Ultzama Tel/fax: 948 30 53 00) con precios por permiso que oscilan entre 5 € para el ocasional y 50 € en fin de semana anual.
Con guarda o por libre las setas más buscadas son el níscalo, la seta de cardo, la senderuela, la galamperna y los hongos, sin especificar el tipo. También se pueden coger gamuzas, rebozuelos (Cantharellus cibarius), pies azules y las socorridas negrillas (Tricholoma terreum).
Señalar también que entre las setas salen algunas muy peligrosas. Por ejemplo la Amanita phalloides, bella y algunas veces mortal. Se confunde con la gibelurdin o carbonera (Russula virescens y Russula cyanoxantha). En los robledales más cálidos aparece la Entoloma lividum. Es una especie tóxica que se asemeja a la Clitocybe nebularis, catalogada como algo tóxica, aunque se consume y mucho en los pueblos del norte de Burgos y Álava.


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