Puede que no sean técnicamente riesgos laborales. Aun así, no podemos negar que sin la metodología, conocimientos o material adecuados, este nuevo mundo digital nos puede acarrear demasiados dolores de cabeza. No solo en el terreno personal (que también tiene lo suyo), sino en el laboral, en el que un pequeño fallo puede suponer una crisis corporativa.
Ya comentamos hace un tiempo que el estrés informático es un fuerte enemigo de la productividad. Cuando alguna máquina no funciona o nos equivocamos en su uso y no sabemos cómo arreglarlo, pasamos muy rápidamente a un estado de frustración muy negativo para el clima laboral. Este episodio puede producirse un día y le damos un pase. Pero imagina que fuera una situación cotidiana. ¿Funcionará hoy la impresora? ¿Se me volverá a quedar colgado el Outlook? ¿Nos comprarán un servidor para dejar las copias de seguridad? Qué estrés tener que estar sufriendo por esto, ¿no? Se supone que las tecnologías digitales están aquí para facilitarnos el camino. No para complicárnoslo. Si acaban siendo fuente de disgustos, también lo serán de riesgos psicosociales.
Nos guste o no, todo trabajador de oficina y gran parte de otros campos acaban dependiendo de alguna tecnología digital. Y en muchas ocasiones ocurre que no nos dan toda la información necesaria para utilizarla. No se trata sólo de que algo deje de funcionar por sí solo, sino que nos equivoquemos en su uso y acabe siendo más grave de lo que parece.
Por supuesto, no todos los “riesgos digitales” ─término acuñado por la agencia Good Rebels─ son los mismos. Dependerá del puesto de trabajo en el que estemos. Pero nos permitiremos rescatar algún consejo de aquí y allá, que puedan ser de utilidad a la mayoría.
- Correcta revisión del material informático: es necesario contar con profesionales que puedan verificar el estado de nuestras máquinas, arreglarlo si hace falta y contactar con los fabricantes si es preciso.
- Ante todo, formación: ni nacemos enseñados ni todos los aparatos son iguales. Siempre deberá haber alguien que domine su funcionamiento, que sepa dónde encontrar las instrucciones y sea capaz de transmitir el conocimiento a los demás.
- Copias de seguridad: todos los datos que tengamos en local en algún dispositivo deberían tener su propia versión en un servidor externo o en lo que llaman “la nube”. A día de hoy, hay mucho material delicado dentro de los ordenadores como para que haya una sola versión. De esta manera, si se nos muriera una máquina para siempre, por el motivo que sea (¡y sí, pasa!), podríamos recuperar el archivo con el “backup”.
- ¿Tienes móvil de empresa? ¡Cuidado!: si lo sacas del trabajo, es susceptible a que algún día lo pierdas o te lo puedan robar (¡no te asustes!, le puede pasar a todo el mundo). Asegurémonos de tener una buena contraseña para bloquearlo y que nadie pueda acceder a datos confidenciales. Tunombre123 no vale, ¿eh? Prueba con patrones numéricos y otros signos.
- Seamos cuidadosos con nuestro uso de las RRSS: ya sean de la empresa si tenemos acceso o incluso las nuestras propias: si descargamos nuestra ira contra una empresa o un trabajador de ésta (aunque a veces se lo puedan merecer) en forma de “tweet”, debemos atenernos a las consecuencias. Es verdad que existen los perfiles anónimos. Pero no olvidemos que según qué casos, se puede rastrear la IP y descubrir el autor detrás de los comentarios maliciosos.
- ¿No entiendes cómo funciona? Pide ayuda: no te dé vergüenza admitirlo y remítete al segundo punto. Aunque te lo tengan que explicar dos veces, es mejor eso a cometer un error.
- ¿Has cometido un error? Admítelo: Muchos sólo aprendemos equivocándonos, que ya sabemos que es muy humano. Más vale ser transparentes que crear ambiente de sospecha. Y recordemos que, en algunas ocasiones, todo se acaba sabiendo.
Dicho todo esto, ¡feliz viernes! Aprovechad el fin de semana para “desconectar” un poco, que ya toca.
Fuente: http://www.proteccion-laboral.com/prevencion-riesgos-digitales-ahorrarte-los-psicosociales/
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