Pues la respuesta a la pregunta del título parece ser “sí”. O al menos así lo piensa el autor del artículo en el que nos basamos hoy. Peter Kozodoy, socio de la agencia de publicidad Gem Advertising, publicó en la revista inc.com “9 Ways to Train Your Brain to Be a Better Leader” o lo que en castellano sería “9 maneras de entrenar tu cerebro para ser un mejor líder”. Hoy repasaremos estos consejos y lo complementaremos un poco con nuestra visión sobre el tema.
Sé extremadamente agradecido
Kozodoy argumenta que todos tenemos pensamientos de agradecimiento a menudo, pero que no los expresamos todo lo que tocaría. Muchas veces se nos ocurre que deberíamos haber dado las gracias a algún compañero cuando ya es demasiado tarde. ¿O puede que nunca sea tarde para dar las gracias en el trabajo? Él aconseja apuntarse en una hoja o en el móvil cada vez que piensa en quien debe dar las gracias o aprovechar y enviar un e-mail de agradecimiento en aquel momento. Además, mientras se está en ello, se puede aprovechar para pensar a quién más deberíamos dar las gracias. Puede que parezca un poco exagerado pero podría ser una manera eficaz de incorporar en nosotros la costumbre de ser agradecidos. Con suerte, al final no tendremos que apuntárnoslo cada vez que se nos pase por la cabeza.
Adoptar una actitud de servicio
Hacer lo posible para ayudar a que los compañeros tengan éxito en sus proyectos y asumir que el triunfo se consigue gracias al trabajo de todos los implicados, independientemente de las diferencias de cargo. Aun así, es mejor no confundir servicio con servilismo. Puesto que en ese caso la figura de inspiración que debería significar el líder puede quedar desdibujada.
Aprender a valorar lo que se tiene
En el mundo de los negocios se tiende a pensar que nunca es suficiente: que no se factura más, que no hay bastantes clientes, que faltan recursos. Es bueno ser ambicioso pero, si nos obcecamos demasiado en este tipo de pensamiento, nunca vamos a saber sacar satisfacción del trabajo. Y, cuando se es líder, esa satisfacción se tiene que saber transmitir a los compañeros. Para ello, es necesario dedicar un tiempo a pensar en lo que hemos conseguido.
Dedicar tiempo a los otros
Planificar un tiempo para dedicarnos a ayudar a los empleados. Ya sea monitorizando, formando o hablando sobre las preocupaciones del otro. Se dice que el recurso más valioso de los líderes es el tiempo. Dedicarlo a ratos a fomentar lazos y a intentar mejorar el trabajo de otros es de agradecer. Además, es una buena vía de escape momentánea de otros quebraderos de cabeza. Esta es una muy buena idea. Aunque somos conscientes de que los cargos que ostentan posiciones de liderazgo acaban teniendo poco tiempo. Pero puede que planificar y comprender la ayuda a otros como una más de nuestras obligaciones sea una buena solución.
Marcarse objetivos altos
Aunque no se llegue a cumplirlos del todo, cuanto más altos sean los objetivos, más cerca estaremos de rozar la perfección. Eso no significa que debamos obsesionarnos con ellos ni ejercer demasiada presión hacia los otros cuando, de entrada, ya sabemos que son muy ambiciosos.
Reconocer nuestras debilidades
Es la mejor manera para aprender qué tareas deberíamos delegar en otros. También nos ayudará a rodearnos del equipo que mejor nos complemente. Eso sí, cuando se delega trabajo también es necesario saber confiar en el criterio de otros.
Potenciar nuestros puntos fuertes
Aunque parezca mentira, no es tan fácil admitir con nosotros mismos en qué somos grandes. Pero es un ejercicio necesario y complementario al de reconocer nuestras propias debilidades. Así, podremos dedicar más tiempo a mejorar en lo que ya somos buenos y no estancarnos en mejorar en lo que se nos da mal. Otra vez, para esto es fundamental contar con un equipo en el que se confíe.
Cuidar de nuestra propia salud
Tanto física como mental. Trabajar demasiado, llevarse el trabajo a casa y no dedicar tiempo a comer sano, hacer ejercicio o simplemente a descansar puede ser criminal. Además, es un muy mal ejemplo para los integrantes de nuestro equipo, puesto que si ejercemos tanta presión sobre nosotros mismos, ellos pueden acabar haciendo lo mismo… Y tendríamos una compañía llena de trabajadores quemados.
Utilizar el tiempo presente
Se trata de un pequeño truco del autor. Utilizar más frases como “yo tengo” o “yo soy” en vez de “yo quiero”. Así, según él, nuestro subconsciente se centrará más en el ahora de la empresa y en no estar permanentemente persiguiendo algo.
No vemos por qué no darle una oportunidad, aunque a primera vista parece difícil. También nos da un poco de miedo que un abuso de esta técnica pueda acabar dejándonos sin aspiraciones. Aun así, recordemos que en su lista también hay punto sobre “marcarse objetivos altos”, con lo que una cosa no debería excluir la otra.
Seguramente, muchas cosas os parecen de sentido común. Pero no se pierde nada por recordarlo. ¿Qué os parece?
Fuente: http://www.proteccion-laboral.com