Aunque algunos puedan pensar que la PRL no se ocupa de temas como la obesidad o el sobrepeso, puede que las últimas cifras de la Estadística de Accidentes de Trabajo del Ministerio (2016) les hagan cambiar de idea: 607 muertos en accidentes de trabajo, el mayor número –219 (37%)– tienen como causa principal los infartos y derrames cerebrales. En 2015, la misma afección significaba el 35% de las causas de accidente de trabajo y también la primera de éstas.
Los expertos lo relacionan con afecciones como el estrés, la mala alimentación y el sedentarismo. Y, según la OMS, las muertes por enfermedades cardiovasculares se podrían reducir en un 80% siguiendo un estilo de vida saludable: eliminando o restringiendo factores de riesgo como tabaquismo, colesterol, obesidad, diabetes, sedentarismo y estrés.
En España, además, tenemos un grave problema con los factores mencionados: un 54% de los trabajadores padecen obesidad o sobrepeso según el último estudio de Fremap. Éstas afectan más a la población masculina y las comunidades autónomas con más riesgo son Andalucía, Castilla La Mancha y Extremadura.
Más allá del entorno laboral, las consecuencias de estilos de vida poco saludables se hacen todavía más patentes cuando resulta que España es el segundo país de Europa con mayor índice de obesidad. Sólo por detrás de Reino Unido. Según el último informe de The Economist sobre la obesidad en España, el 17% de nuestra población la sufre, mientras que el 53,7% tiene sobrepeso.
Prevencionistas tomando responsabilidad
Si tenemos en cuenta todos los datos expuestos y la relación que tienen unos con otros, es fácil concluir que la obesidad y el sedentarismo deberían ser un factor de riesgo más a evaluar por la PRL. Sobre todo en el ámbito de la oficina, que obliga a muchos trabajadores a permanecer más de 8 horas sentados frente el ordenador.
Cristina Guillén, técnica superior en prevención de riesgos laborales del grupo Geseme insistía en este artículo que “es importante que los responsables de salud laboral de las empresas, hagan hincapié en el peligro que supone una mala alimentación y un exceso de vida sedentaria”.
Está claro que los prevencionistas no pueden obligar a los trabajadores de una empresa a comer más fruta o a hacer ejercicio a menudo. Pero sí pueden concienciar y facilitarles el trabajo. Si los empleados reciben consejos sobre cómo cuidarse, por parte de la empresa, se está educando. Si tienen raciones de fruta en la misma oficina, puede que opten por no bajar a buscar otro tipo de tentempié más calórico y menos nutritivo. Si el comedor de la empresa ofrece una dieta sana y equilibrada, ya se les facilita mucho el trabajo.
Algunas compañías incluso organizan sesiones orientativas para prevenir contra las enfermedades cardiovasculares. Éstas pueden ser conducidas por un monitor deportivo que les motive o les enseñe cómo empezar a hacer ejercicio sin que sea un suplicio desde el primer intento; o bien sesiones de cocina de recetas saludables. Son acciones que tienen un pequeño coste, obviamente, pero mucho menor que el que les suponen las bajas por enfermedad o los accidentes de trabajo.
El INSHT también nos da una serie de consejos para evitar el sedentarismo, incidiendo en que pasar más de 8 horas sentado al día tiene un riesgo alto. Éstos pasan por alternar el estar de pie con estar sentado, realizar pausas para andar un poco cada dos horas, usar escaleras siempre que se pueda en vez de ascensor, andar mientras se habla por teléfono y realizar las pequeñas reuniones de pie.
Fuente: http://www.proteccion-laboral.com/
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