Hoy abordaremos cómo afectan (o cómo deberían afectar) las acciones de Responsabilidad Social Corporativa a los trabajadores de las empresas que la practican. Por si acaso, y para quién no esté familiarizado con el término, antes daremos la definición de RSC.
La Responsabilidad Social corporativa es la contribución voluntaria, por parte de las empresas, a mejorar el entorno social, económico y ambiental. Más allá, por supuesto, del cumplimiento de la ley y las normas medioambientales, laborales, etc.
Una empresa socialmente responsable es la que, por ejemplo, destina una parte de sus beneficios anuales a una causa benéfica. Precisamente, ésta es una de las percepciones más populares de la RSC: las grandes empresas que contribuyen a una iniciativa global. No obstante, la realidad es que la primera premisa de la responsabilidad social corporativa es la gestión responsable de los Recursos Humanos. Tiene sentido, ¿no? Es decir, cuando una empresa es socialmente responsable con su entorno, el más inmediato es el de su plantilla. Casi todos habremos oído al menos una vez aquella frase que dice “El empleado es el mejor embajador de la marca”.
En IMF nos cuentan que, para asegurar una gestión responsable de los Recursos Humanos, la empresa deberá cuidar todos los aspectos relacionados con la salud de sus trabajadores: salarios justos, empleados protegidos física y psicológicamente, trato equitativo, no discriminar nunca por raza, género, religión etc. y favorecer su desarrollo profesional dentro de la empresa.
Algunas contradicciones
Pero algo tenía que fallar, ¿no? Mirando por ahí, vemos que casi todas las grandes empresas tienen un apartado de RSC en su página web. Ahí nos cuentan que colaboran con entidades sin ánimo de lucro, se aseguran de que sus productos sean desarrollados de forma sostenible con el medio ambiente e incluso algunos también hablan de cómo confían en sus empleados y en el trabajo en equipo.
Pero en algunas empresas donde oficialmente se hace gala de sus políticas de RSC, parece que con la salud o bienestar de sus trabajadores, ya no son tan responsables. Son casos que hemos conocido vía quejas de sus trabajadores (ya sea en foros o mediante sindicatos) y también con sentencias judiciales o informes de inspecciones de trabajo. Tampoco podemos pasar por alto lo irónico que es que algunas de estas multinacionales tengan la mano de obra subcontratada en países donde las normativas de seguridad laboral dejan mucho que desear, si es que éstas se cumplen. Sí, técnicamente no son sus trabajadores, pero saberlo y seguir contratando empresas que menosprecian la protección de sus empleados es, como mínimo, irresponsable.
Sí, en muchos casos la RSC se ha acabado utilizando como una estrategia de Relaciones Públicas, como una manera de que los medios de comunicación hablen bien de la empresa. Nunca debemos olvidar que los primeros sobre quien las compañías deben tomar responsabilidad, proteger y cuidar son sus trabajadores. Estos cuidados deberían extenderse a comprobar que las empresas con las que trabajan también sean responsables con sus empleados. Somos conscientes de que no todas las organizaciones son ejemplares únicamente de puertas para afuera. Pero ese matiz de hipocresía que se desprende de algunos hechos contrapuestos con otros da qué pensar.
Por suerte parece que algunas empresas están tomando conciencia sobre el activo que son sus trabajadores y están actuando con verdadera responsabilidad sobre su bienestar. Iniciativas como los premios Best Workplaces, Premios Cegos de RRHH o los Premios Prevencionar están poniendo en valor esta cuestión. Tampoco faltan los eventos para abordar el tema, como el Healthy Humans, al que acudimos el pasado diciembre. Y nos gusta pensar que esta humilde publicación también aporta su granito de arena a la sensibilización colectiva.
Fuente: http://www.proteccion-laboral.com
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