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martes, 29 de noviembre de 2016

Acoso sexual en el trabajo: una violencia sutil

Aunque las denuncias de este tipo de delito hayan bajado durante los últimos años, no significa que el problema también lo haga. Significa que es algo muy difícil de probar y que a veces las instituciones no le dan la importancia que merece.
Un informe del Consejo General del Poder Judicial evidencia que los protocolos contra el acoso en las empresas privadas aún son ineficaces. En pocos de ellos, por ejemplo, se vincula el acoso sexual con la violencia contra las mujeres ─creemos que sobra explicar por qué el acoso sexual es, indudablemente, violencia─. Otro dato es que sólo un 16% de los protocolos contempla realizar un seguimiento a través de un comité de igualdad.
En resumen, el apoyo que recibimos es insuficiente dentro de la empresa y, en el ámbito judicial, pocas denuncias prosperan: “La mayor parte de las veces se desestima antes de que llegue a juicio, y cuando llega ya es un éxito. Este año, por ejemplo, no han ganado ningún caso” explica Lourdes Díez De las Cuevas, del Centro de Atención a las Víctimas de agresiones sexuales (CAVAS), en El País.
Denunciar un caso de acoso, cuando normalmente el acosador es alguien con un cargo superior en la empresa, es algo difícil por el poco apoyo que se recibe por parte de ésta. Las víctimas declaran no denunciar por el miedo que les produce perder el empleo. El mismo miedo que paraliza a los compañeros que han sido testimonios de la situación. Debido a la poca utilidad de las herramientas a su alcance, estos casos acostumbran a acabar no sólo en denuncias desestimadas, sino con la pérdida del empleo o baja voluntaria por parte de la víctima.
Muchos relacionan el acoso con manoseos o coacción para mantener relaciones sexuales, pero también lo son las típicas frases lascivas que quieren pasar como una broma inofensiva. La sutilidad de éstas hace que sea muy difícil de probar y nos pone a las mujeres en un callejón sin salida.

Cifras alarmantes alrededor del mundo

En España, un 10% de las mujeres declaraban haber sufrido abusos en el trabajo en la última Encuesta de Población Activa. En Argentina, según el último informe de la Oficina de Asesoramiento sobre Violencia Laboral, la cifra también asciende a una de cada 10 (recordemos que no todas denuncian). Radio Caracol también alertaba, el pasado enero, de que casi un tercio de las mujeres de los países que forman el G-20 han sido acosadas y que, dentro de ese grupo, las mujeres latinoamericanas consideran esta situación como una de sus principales preocupaciones. En Perú, el 30% de las mujeres encuestadas por Aptitus.com reconocieron padecerla, también.
Otro dato que nos ha chocado es que en Europa hasta un 70% de las mujeres que han llegado a cargos directivos declaran haber sido acosadas en el trabajo. No nos cuesta relacionar el porcentaje con las propias dificultades que tenemos las mujeres para llegar a este tipo de puestos.

Acoso y depresión

De las Cuevas también recalca que los cuadros de ansiedad y estrés post traumático son habituales entre las mujeres acosadas en el trabajo. La falta de apoyo de los compañeros e instituciones (públicas o privadas), y a veces el propio sentimiento de culpa (sí, los hay que siguen diciendo cosas como “Algo habrás hecho para provocar”) influyen directamente en la salud mental de la víctima. Algunas mujeres acosadas no pueden volver a sentirse seguras trabajando con hombres nunca más. Algunas aún se siguen planteando si se lo buscaron y otras puede que no vuelvan a encontrar trabajo porque cargarán para siempre el estigma de ser una mujer que denunció a su jefe.
CAVAS recomienda, antes de denunciar, recopilar todo tipo de pruebas que documenten que el acoso ha ocurrido repetidamente. Sin pruebas no hay nada que hacer y, repetimos, los otros empleados no acostumbran a testificar contra un jefe.
Aun así, sabemos que no es tan fácil recopilar pruebas ni que estas sean lo bastante concluyentes. El problema real es de raíz, de concienciación social. A las mujeres no nos gusta sentirnos objeto por norma, ni tenemos por qué disfrutar de los piropos ni nos vestimos de determinada manera para “provocar” a terceros. No nos buscamos el acoso bajo ningún concepto y no tendríamos que perder nuestros trabajos por culpa de otro. Que el día de hoy también sirva para visibilizar esa sutil (o no tanto) violencia que tantas víctimas padecen cada día.
Fuente: http://www.proteccion-laboral.com/


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