Para los que ya no estáis a tiempo, lo sentimos. Para los que aún hoy no hayáis celebrado esta cena (seguramente muchos la tengáis esta noche), este artículo va para vosotros.
No es casualidad que la semana pasada se estrenara en España la película titulada “Fiesta de empresa”. Esta película, protagonizada por Jennifer Aniston, básicamente narra el descontrol que se produce en las cenas de navidad empresariales, por mucho que estén organizadas al dedillo, como es el caso de la del film.
Es bien sabido que este tipo de cenas dan mucho que hablar. No sólo sobre lo que pasó una vez acabada, sino también antes. El eterno dilema de muchos empleados: ir o no ir. En muchas empresas hay esa obligación moral invisible de tener que asistir aunque no queramos. Se supone que son beneficiosas para el clima laboral y para estrechar relaciones entre distintos departamentos o distintos puestos en la jerarquía de la organización.
Hay quien las considera como un sustitutivo de la cesta de navidad, que muchos han dejado de recibir después de los recortes consecuencia de la precariedad. Por cierto, en algunos casos la cesta se ha llegado a considerar un derecho adquirido de los trabajadores, tras sentencia judicial. Y, volviendo a las cenas, también hay empresas que tradicionalmente pagaban el banquete y actualmente también lo han ‘recortado’. El periodista Òscar Broc señalaba este miércoles, en Catalunya Radio, que esto le sirvió como excusa para dejar de acudir, aunque el verdadero motivo era que ya no soportaba “la decadencia que se vive en estas cenas”. No obstante, para los que sean nuevos en una empresa, también aconsejaba ir a las dos primeras cenas empresariales que se organizaran. Eso sí: sólo para evitar miradas raras o comentarios de pasillo; cumpliendo así a esa pseudo-obligación que comentábamos antes.
Compórtate, sigue siendo trabajo
Acabéis asistiendo por compromiso o voluntariamente, todos los que hemos tenido que pasar por esto coincidimos al dar el mismo consejo a los primerizos: ¡cuidado con el alcohol! No significa que debamos abstenernos de todo, pero una cena de empresa requiere beber con moderación. Y más si no estamos acostumbrados ello. ¿O a nadie le suena la imagen de la persona teóricamente formal que en la cena de navidad se transforma hasta niveles vergonzantes? ¡Ojo con eso! Puede que si nos emborrachamos demasiado no recordemos lo que pasó la noche anterior. Pero los que no perdieron el control sí lo harán. Y aunque no saquen el tema a relucir la mañana siguiente, lo seguirán recordando. Una determinada impresión tuya puede quedar para siempre, es muy difícil cambiarla. Sobre todo en empresas grandes en las que tienes relación con pocas personas. Puede que te vean siempre como el que bailaba sobre la mesa, y eso, aunque pueda ser injusto, puede dañar tu imagen profesional para siempre es esa empresa.
Si tienes tensión con algún compañero de la empresa, es especialmente recomendable que vigiles con la bebida. No querrás soltar reproches en estado de embriaguez, ¿no? Y ya no hablemos de si están los jefes por allí. Que sí, que a lo mejor ellos también se emborrachan y son el alma de la fiesta. Pero mejor que les recuerdes tú haciendo el ridículo que no al revés.
La técnica en protocolo María de la Serna nos recomendaba este miércoles en El País la dosis ideal de alcohol: “una cerveza como aperitivo, una copa de vino para la comida o la cena y una de champán para el brindis. Quien no esté acostumbrado a beber, mejor un refresco para el aperitivo…”.
Al final, cada uno también es libre de escoger si quiere “darlo todo” o no. Nuestra recomendación personal es la prudencia, ya que no dejamos de estar en entorno laboral. Pero vaya, que si aún no te hemos convencido con eso de la moderación, te dejamos con una curiosa selección de anécdotas que hemos encontrado por ahí, que tal vez lo hagan por nosotros:
“Mi jefa mega taja bajando por el tobogán a la piscina de bolas, enseñando las bragas a todo el personal, grande, grande.”“En una cena de empresa del hospital, el jefe se presentó con dos chicas que acaba de conocer en un bar. Así lo justificó: ‘Total, aquí hay comida para muchos y así no las tengo que invitar yo a cenar”.En elpais.com“Todos allí, destrozados tirados en los sofás, uno con la cogorza, otros ya con la resaca, las chicas con las medias con carreras y el rimmel corrido, Pómez el friky haciendo jogging por la nieve al amanecer.”“He visto a jefazos perder los papeles con las becarias, a la vista de todos; a directivos que normalmente se odian comerse los morros como si no hubiera un mañana, en mitad de la pista; a un departamento entero pasarse un hielo de boca en boca y al director de recursos humanos recibir una bofetada al pasarse de listo mientras bailaba una lambada.”En 20minutos.es
Ah sí, y no olvides que ahora las anécdotas ya no se comentan sólo entre pasillos, sino que también se publican en internet
¿Nos cuentas alguna anécdota más?
Fuente: http://www.proteccion-laboral.com/
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