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martes, 8 de noviembre de 2016

Periodismo, trabajo de riesgo

Hace décadas, se decía en las Facultades de Periodismo que el oficio de periodista era el segundo más arriesgado, siendo superado sólo por el de corredor de Fórmula 1. No es posible –ni tiene mucho sentido- establecer un ranking de peligrosidad por actividades. Baste con señalar que el ejercicio del periodismo-comunicación puede resultar, en algunos momentos y lugares, el oficio más peligroso del mundo, un trabajo de alto riesgo. Actualmente, por ejemplo, en Siria, pero no es necesario que el periodista se encuentre en zona de guerra para estar en el punto de mira (por ejemplo, en México).
La constatación de esta peligrosidad la tenemos en las cifras: desde 2006, han muerto 800 informadores en todo el mundo, según datos de la ONU. El barómetro diario de Reporteros sin Fronteras (RSF) arroja un saldo de 50 profesionales asesinados sólo en los 10 primeros meses de 2016.Además de perder la vida, los profesionales de la información son también objeto de agresiones, amenazas, restricciones legales, hostigamiento judicial, intimidación, acoso y secuestro. Es pura y llanamente el recurso del terror para silenciar a los informadores. Y, hasta la fecha, la estrategia de los que quieren amordazar la libertad de información ha tenido éxito, ya que sólo el 7% de los 800 asesinatos que constata la ONU han sido castigados.


Fin de la impunidad

En 2013, tras el asesinato en África de unos reporteros franceses, se instituye el “Día mundial para poner fin a la impunidad de los crímenes contra los periodistas”, que se celebra cada 2 de noviembre.
Mientras haya informadores y sus ‘depredadores’ naturales (todos aquellos que tienen fobia a la transparencia), es posible que siga la violencia. Sin embargo, se impone abandonar el ‘silencio de los corderos’ y romper el círculo de la impunidad. Todos los ataques contra trabajadores de medios de comunicación tienen que ser investigados de forma rápida, exhaustiva y sin excepciones, como propone el Día Mundial.
Los responsables de crímenes contra la libertad de información en la persona de sus profesionales deben afrontar las consecuencias legales de sus acciones. En el día 2 de noviembre, la sociedad en su conjunto reclama que depure su responsabilidad quien empuña el cuchillo o la pistola que acaba con la vida de los informadores, quien instiga los asesinatos, quien ordena silenciar a un periodista, o quien actúa para cerrar un medio que le resulta molesto.
Reporteros sin Fronteras, diligente en denunciar a los criminales, no quiere que las atrocidades caigan en el olvido, por eso confecciona una lista de los “Depredadores de la libertad de prensa”, en la que figuran desde mandatarios de dictaduras a grupos armados, líderes religiosos, mafias varias y Agencias de Inteligencia de todo el mundo. Pero también hay dirigentes de países que se consideran democráticos, y que han declarado la guerra abierta a los periodistas y a los medios de comunicación que no callan con silencio cómplice.

Todos los ataques contra trabajadores de medios de comunicación tienen que ser investigados de forma rápida, exhaustiva y sin excepciones, como propone el Día Mundial

Fobia a la transparencia

En general, las condiciones para ejercer el periodismo han empeorado en todo el mundo (y España no es la excepción). La peor situación se registra en “países en los que no hay garantías, como México, Honduras, Colombia, Filipinas, Bangladesh, Eritrea, Somalia”, según la sección española de Reporteros sin Fronteras. Aunque, la fobia a la transparencia y a los informadores está en todas partes, por lo que el 95% de las víctimas son reporteros locales, cubriendo casos de corrupción, política, etc.
No hace falta que nos rasguemos las vestiduras pensando en los atentados contra la libertad de información allende nuestras fronteras. Sin ir tan lejos, hace pocos meses, los reporteros locales fueron atacados sañudamente por el colectivo Okupa y grupos anti-sistema en el barrio de Gracia (Barcelona), o en el desalojo de Can Vies (también en Barcelona). Empujones, ropa desgarrada, gritos, insultos, material robado, unidad móvil incendiada… no hablan bien del respeto que sentimos aquí –algunos sienten aquí- por la libertad de los periodistas para hacer su trabajo.
La Resolución aprobada por la Asamblea General de la ONU el 18 de diciembre de 2013, insta literalmente a los Estados Miembros a que “hagan todo lo posible por prevenir la violencia contra los periodistas y trabajadores de los medios de comunicación, asegurar la rendición de cuentas por medio de la realización de investigaciones imparciales, prontas y eficaces de todas las denuncias de presuntos actos de violencia contra periodistas y trabajadores de los medios de comunicación que competan a su jurisdicción, llevar a los autores de esos delitos ante la justicia y ofrecer a las víctimas posibilidades de recurso apropiadas”.

Es una encomiable declaración de intenciones. Pero, RSF constata que “la mayoría de los delitos quedan impunes y los países no cumplen las resoluciones por las que se comprometen a poner los medios para que los autores de estos crímenes sean juzgados”.

Fuente: http://www.proteccion-laboral.com/periodismo-trabajo-riesgo/

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