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viernes, 15 de diciembre de 2017

Un cuento de Navidad


Diciembre 2017. Laponia Savukoski (Finlandia). Centro de operaciones de Santa Claus.
Alfred trabaja desde hace más de 15 años como elfo ayudante en la gran organización de Santa Claus que se encarga de repartir los regalos el día de Navidad en gran cantidad de casas de muchos países de todo el mundo.
Son días de mucho ajetreo y estrés, se acerca la Navidad y se acumulan las listas de pedidos, hay mucho trabajo para todos.
El proceso que acaba con los regalos junto al árbol de Navidad en muchas casas conlleva una tarea ingente. Entre otras cosas, antes de validar las listas de peticiones y deseos, se requiere un informe de cada familia y de cada persona, es lo que se conoce como evaluación de bondad. Si, es cierto, Santa Claus y sus elfos ayudantes analizan y valoran el comportamiento y la actitud de los niños y mayores para considerar si son merecedores de los regalos.
Alfred viene ejerciendo esta tarea de elfo de bondades desde hace muchos años y esta mañana al abrir su elfPad ha leído un aviso del gran jefe para que realice con urgencia dos evaluaciones de bondades de dos familias de la ciudad de Mirstrund.
Hace ya tiempo que el gran jefe sólo se dirige a sus ayudantes por vía telemática y sólo para dar órdenes y exigir trabajos, se ha perdido mucho del buen ambiente que había cuándo Alfred comenzó en la organización. Ahora existe mucha competencia en el sector, desde que se liberalizó el sector, ahora existen multitud de agencias y organizaciones proveedoras de eventos festivos y de regalos; desde los cumpleaños, los santos, el Ratoncito Pérez, Halloween, los premios de fin de curso, las propinas del fin de semana, las comuniones, los bautizos, los pasos de ecuador, las fiestas fin de año, las puestas de largo, las aperturas escolares, los aniversarios… Esta competencia ha agriado el carácter del gran jefe, aunque lo disimule bien ante el público. Alfred tiene miedo de que su organización vaya por el mismo camino que la de los vetustos Reyes Magos, cada año con menos clientes y habiendo tenido que despedir a muchos de sus pajes, eso sí, ellos no se han reducido ni un doblón para sus lujosos vestidos y joyas.
En fin, estas cosas hacen que Alfred cada vez sea más escéptico con su trabajo y se sienta menos motivado. Él comenzó ilusionadísimo en su trabajo, le apasionaba, le encantaba el trabajo de campo, el ir a las casas a valorar las bondades, a asesorar a los padres y a los niños sobre los mejores comportamientos a seguir para generar una buena y adecuada cultura bondadosa. Alfred se sentía que de alguna manera velaba y participaba en la bondad de todas esas familias a las que visitaba, se sentía feliz a pesar de que en algunas ocasiones su trabajo no era fácil. Muchas veces las familias recelaban de él, pues pensaban que solo les iba a sacar lo malo y a reprender por ello, otras veces tenía problemas con las autoridades divinas competentes en última instancia de determinar la bondad de las familias y personas. Estos inconvenientes siguen existiendo pero ahora se añade el hecho de que Alfred siente que su trabajo no vale para nada, que no es apreciado ni por las familias, ni por su propia organización ni por el globo terráqueo en general. Muchas veces piensa que las evaluaciones de bondades que realiza son papel mojado, que luego nadie las lee y que realmente no sirven para nada, solo para cumplir con el protocolo. Alfred siente que su trabajo es cada vez más administrativo, más burocrático y menos directo y personal con las familias. Todo el papeleo que le exige actualmente su trabajo hace que no tenga apenas tiempo para salir a hacer las visitas oportunas para recabar información de las familias.
Por otro lado, la organización cada día le exige más y mejores resultados y sobretodo que venda más servicios a las familias, servicios cada días más raros y alejados de la actividad original de la organización, desde alquiler de Papas Noel hasta venta de gorritos y barbas. De momento, no venden cursos de lindio como hacen otros de la competencia, pero todo llegará.
Todo esto evidentemente con unas condiciones laborales muy mejorables, Alfred gana ahora, haciendo mas horas y más trabajo, menos que cuando entró en la organización. Ahora, además de la dura competencia, hay mucho intrusismo en su sector y el nivel formativo de los elfos ayudantes ha descendido mucho. Alfred se formó mucho para poder trabajar, además de sus estudios universitarios realizó el Master en Bondades que por entonces era muy costoso y exigente, ahora parece que son igual de costosos pero mucho menos exigentes.
Alfred volvió a ver en la pantalla el aviso de las dos evaluaciones de bondad pendientes. Eran evaluaciones a realizar a las familias Möelher y Strandt, ambas residentes en el barrio de Östermalm de Mirstrund. Los dos trineos que la organización pone a disposición de los elfos estaban ocupados, así que Alfred tendrá que ir en su viejo trineo particular, y no le hace mucha gracia, pues aunque le abonan las millas recorridas, apenas le da para el consumo de hierba de los alces, el mantenimiento del trineo y la reposición de las cuchillas sobre las que se desliza. Eso sin contar aquella vez que en pleno trayecto se salió del camino y chocó contra un abeto y tuvo que cambiar el trineo por otro. Como le gustaría poder pagarse un trineo de esos voladores tirados por diez o doce renos como los de los elfos jefes.
Los elfos, como todo el mundo sabe, habitan en el mundo mágico de los sueños y normalmente no son visibles para otros seres como los humanos. Los elfos evaluadores como Alfred cuando van a realizar su trabajo a una casa quedan con el ángel protector de la familia, que como todo el mundo sabe, también habitan en el mundo de los sueños.
Después de más de una hora para estacionar su trineo, Alfred llega a casa de los Möelher. El aparcamiento en Escandinavia está cada vez peor. Alfred se acuerda entonces de sus colegas Fiti y Manu que trabajan en Italia y en España y recuerda que ellos allí todavía tienen peor lo de aparcar y además con un clima insoportable, nada que ver con el agradable clima gélido de su tierra, a pesar de que el cambio climático lo ha hecho menos apacible. Además, según le cuentan, por lo que parece allí en el sur de Europa andan bastante más retrasados en el aspecto de bondades, sin duda es otro carácter con el que tienen que lidiar sus colegas.
Como le pasa muchas veces, el Sr. Ströener el ángel de los Möelher no se encuentra en casa a la hora en la que Alfred había quedado con él. Deja pasar un tiempo y le llama a su elfPhone.
  • Ströener?, soy el elfo evaluador de la organización de Santa Claus, estoy en la puerta de su casa tal y como habíamos quedado.
  • Ah si, perdona muchacho, no me acordaba, he tenido que ir a supervisar el nuevo coche que la familia va a adquirir. En un momento llego.
Alfred está acostumbrado a estas cosas, su trabajo no suele valorarse ni considerarse mucho hoy en día. Las familias piensan que tienen derecho a los regalos sin hacer nada por merecerlos. Esto de la bondad, lo consideran una trámite, un papeleo, enseguida se olvidan del tema.
Pasadas dos horas, el ángel Ströener se presenta en la casa y saluda a Alfred.
  • Bueno, cuando quieras muchacho, la verdad es que no tengo mucho tiempo, últimamente tenemos mucho trabajo, las comidas y las cenas de Navidad, los regalos, los dulces y caramelos… y este año en Nochevieja la familia se va a París y a EuroDisney, … ¡menuda ilusión les va a hacer a los chicos!.
  • Han debido de ser pues muy buenos todos.
  • Por supuesto muchacho, en esta familia lo primero es la bondad, ser buena persona es lo principal para todos los miembros de la familia, desde el Sr. Möelher y la Sra. Möelher hasta los pequeños Junior y Clarha.
  • Bien, si le parece Sr. Ströener, podríamos comenzar por la habitación de los chicos.
  • Perfecto muchacho, vamos.
  • Vaya, las camas no están hechas y la habitación está bastante desorganizada, esto no es positivo para la bondad.
  • Ehh, (el Sr. Ströener carraspea) esto siempre está recogido, esta situación es excepcional, será porque los chicos habrán tenido que salir corriendo a su partido de hockey.
  • Ya, ya… tendré que anotarlo…
Alfred está acostumbrado a “las situaciones y comportamientos excepcionales”, lo curioso es que suelen ocurrir con mucha frecuencia cuando él visita a las familias.
  • Bueno, ya que veo que hoy no se encuentran los chicos en casa, ¿me podría describir sus tareas y la bondad de las mismas?.
  • Los chicos son buenos estudiantes, tienen buenos amigos y colaboran en casa todo lo que pueden, incluso hasta sacan a la perrita Chaüd muchas noches.
  • Sr. Ströener, ¿podría inspeccionar un momento los dispositivos móviles de los chicos?
  • Cuando quieras muchacho.
  • Veo que pasan muchas horas viendo videos y jugando a los videojuegos y además no tienen activado el control de menores, con lo que así pueden tener acceso a un montón de contenidos no aptos para ellos, esto no está bien para una adecuada bondad.
  • Eso es imposible muchacho, ¿cómo van a acceder los chicos a esos contenidos?, eso no ha pasado nunca y no puede pasar.
  • Bueno, bueno, mejor tomar las medidas adecuadas para que los chicos apliquen una adecuada bondad. Por supuesto, en esto la responsabilidad es también y sobretodo de los padres, debe recordarse que tienen la responsabilidad in vigilando. No obstante, pondremos al respecto una pequeña referencia en la evaluación de bondades, pero deben saber que el análisis de bondad concreto de todos los medios usados por los miembros de la familia no está incluida en el acuerdo que tenemos con su familia, por lo que deberán llegar a un acuerdo específico para ello.
  • Vaya, nosotros creíamos que con el acuerdo que teníamos estaba todo incluido… la verdad es que esto de la bondad es un sacaperras por todos lados, con todo el respeto a tu trabajo eh muchacho.
  • Así son las cosas, sobre eso tendrá que hablar con mi organización. Como me ha dicho que no tiene mucho tiempo y yo tampoco lo tengo, si le parece bien, le voy a dejar un cuestionario para que me lo remita cumplimentado y así poder terminar la evaluación de bondades de la familia. Verá que son puntos básicos de bondad en una familia; discusiones y riñas entre sus miembros, colaboración en las tareas domésticas, cumplimiento de las obligaciones y responsabilidades laborales y docentes, colaboración con la comunidad, reciclaje y respecto del medio ambiente, etc.
Alfred apuntó en su elfNotes algunas de las deficiencias visibles que había observado sobre la marcha en la casa de los Möelher y otras consideraciones de interés que había sonsacado al escurridizo del Sr. Ströener; los Sres. Möelher parece que no pasaban mucho tiempo con sus hijos, las notas de los chicos eran claramente mejorables, el reciclaje no era del todo el adecuado, la colaboración con la comunidad era muy escasa, los hábitos alimenticios no eran los más apropiados… y un detalle interesante… había podido observar sobre un escritorio, listas para enviar, unas cartas a los Reyes Magos… habría que tratarles bien, no convenía perderlos de clientes. Sin duda, hacía falta mucha más cultura bondadosa en esa familia y una mejor integración de la bondad a todos los niveles, desde los abuelitos Maüd y Shephard hasta los pequeños Junior y Clarha, pasando por supuesto por los padres, el Sr. Möelher y la Sra. Möelher y hasta la perrita Chaüd.
Sin duda uno de los aspectos de su trabajo que más preocupaba a Alfred era el no poder incidir en alguna de las familias que visitaba y que alguno de sus miembros sufriese un incidente de maldad que le acarrease graves consecuencias, esto era lo que más le angustiaba. Evidentemente no se podía controlar todo y revisar e inspeccionar todos los comportamientos y elementos de una casa, a veces se escapaba algo, otras veces la familia no aportaba toda la información necesaria, otras muchas no había la sensibilización adecuada en algunas familias. En fin, Alfred trataba de hacer lo mejor posible su trabajo pero a veces aparecía algún descarriado el cual a partir de entonces ya no tendría más regalos de Santa Claus… Todavía no se estilaba en su organización lo de regalar carbón como otros…
Alfred miro la hora y vio que se le estaba haciendo muy tarde, cuando volviese a su oficina apenas tendría tiempo para realizar las evaluaciones pendientes. Todavía le falta la evaluación de la familia Strandt, no obstante, piensa que lo mejor será llamar a su ángel y enviarle el cuestionario para que se lo devuelva cumplimentado. Además, todas las evaluaciones constan de un cuerpo de texto común que se “corta y pega” y en el que se incluyen la práctica totalidad de los aspectos de bondad de una familia estándar y las propuestas para la mejora de las bondades familiares y de sus miembros. Realmente cada evaluación solo supone añadir cuatro cosas, pero esto, por supuesto, no puede decirse muy alto.
Total, Alfred está convencido de que sus evaluaciones no las lee prácticamente nadie y que acaban en un cajón. Con el tiempo, Alfred ha perdido mucha de la ilusión que tenía al principio en el ámbito de la bondad. No obstante, siempre trata de sacar algo positivo de su trabajo, piensa que algún granito de arena pondrá su trabajo diario en la creación de una cultura de la bondad. Eso es, la bondad no se construye en un día, hay que concienciar, sensibilizar e instruir muchas conciencias, y eso cuesta. Poco a poco construiremos un mundo mejor y más bondadoso.
Alfred acaba de enviar las evaluaciones de bondades pendientes y da por finalizado su duro día de trabajo. Ahora le queda otra dura tarea con sus tres pequeños hijitos, menos mal que él es un experto en bondades….
FELIZ NAVIDAD

Fuente: http://prevencionar.com/2017/12/11/cuento-navidad-prevencionistas/

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