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jueves, 10 de enero de 2019

El frío como riesgo laboral


La actividad en entornos fríos aumenta el riesgo de incapacidad laboral del trabajador y agrava sus ‘dolencias de base’

El frío, y la nieve como manifestación, lejos de ser un juego de niños, tienen una cara menos amable,  constituyendo un riesgo añadido al trabajo

El trabajo con frío en interiores y al aire libre puede tener efectos adversos sobre la salud humana. Los problemas de salud disminuyen la productividad y aumentan los riesgos de accidentes y lesiones llegando en los casos más extremos a causar muertes. Los dolores musculo-esqueléticos son frecuentes en el trabajo con frío en interiores. La respiración de aire frío puede causar síntomas respiratorios. Los síntomas empeoran con el ejercicio y la edad, siendo más comunes en personas con enfermedad respiratoria previa. Las enfermedades cardiovasculares y disminución de la actividad pueden ser especialmente pronunciadas durante el trabajo en tiempo frío e implicando ejercicio físico.
Sólo la gestión correcta, que pasa por el conocimiento y la evaluación, permitirá evitar que el frío sea otro riesgo laboral que enfrentan muchos trabajadores.

El frío es un riesgo añadido al trabajo. Generalmente, se considera que éste riesgo existe cuando se trabaja a temperaturas iguales o inferiores a los 10-15º C, que pueden darse en interiores o a la intemperie. Los trabajos fríos se dan principalmente en la industria alimentaria, ya que los congelados se encuentran en valores de -20º C. A la intemperie encontramos trabajos fríos en la agricultura, actividad forestal, minería, fábricas, construcción, etc. La identificación de los riesgos por frío es el primer paso para su control. Los grupos especialmente sensibles deben recibir información y protección adecuada.

Efectos del frío
En el mejor de los casos, el frío es responsable de incomodidad térmica, lo que no deja de ser un déficit ergonómico. La falta de confort redunda en distracción, lo que no sólo reduce el rendimiento en tareas que puedan exigir especial concentración, sino que aumenta el riesgo de aparición de incidentes o, incluso, accidentes. De hecho, el enfriamiento de los tejidos corporales puede mermar nuestra capacidad física y mental, lo que explicaría el aumento de la probabilidad de accidentarnos. El empleo de pesadas prendas de abrigo, además de limitar nuestra destreza, aumenta nuestro gasto energético. Algunos autores estiman que cada kilo suplementario de indumentaria aumentaría el consumo energético del trabajador en un 3%.
Simultáneamente, la exposición al frío puede ser el catalizador de algunas enfermedades, agravando los síntomas de otras de carácter crónico que padezca el trabajador. Por otra parte, en casos de enfriamientos severos, el efecto del frío puede concretarse en problemas como hipotermia y congelación. Dichos efectos guardan una correlación con factores como la actividad física, el clima, el vestido, así como otras variables aleatorias como son los factores individuales y socio-económicos. Como factor individual se encuentra la adaptación al frío (diferente en cada persona), que depende de la respuesta térmica (metabolismo del individuo). Siempre encontraremos personas especialmente sensibles al problema, como las que sufren enfermedades crónicas. En estos casos, la exposición al frío por motivos laborales acrecienta la sintomatología de la enfermedad de base, pudiendo experimentar los afectados situaciones de incapacidad y problemas de salud de forma prematura. Además, ello implica aumento de gastos empresariales, descenso de la productividad e incremento del gasto sanitario.

EXPOSICIÓN AL FRÍO (factores y efectos)
Factores que influyen
Efectos que se derivan
Clima/Exposición
Temperatura
Humedad
Viento
Objetos-Líquidos fríos
Oscuridad
Sensación térmica confort
Sensación de frío
Incomodidad
Dolor
Actividad física
Tipo de actividad
Nivel de esfuerzo
Rendimiento
Rendimiento físico
Capacidad cognitiva
Rendimiento psicomotor
Ropa de abrigo
Aislamiento
Permeabilidad al aire y al vapor de agua
Peso
Ergonomía
Salud
Morbilidad
Mortalidad
Lesiones por frío
Características individuales
Antropometría
Edad
Género
Adaptación
Salud
Medicación
Lesiones asociadas al frío
Urticaria
Sabañones
Congelaciones
Resbalones
Caídas
Otros accidentes
Condiciones socioeconómicas
Vivienda
Empleo
Lugar de residencia
Transporte

El frío como agente de las enfermedades respiratorias
La inhalación de aire frío y seco provoca cambios fisiológicos en el tracto respiratorio. Es de sobra conocido que el invierno tiene una incidencia directa en las tasas de morbi-mortalidad de la población en general. Enfermos de dolencias pulmonares obstructivas ven aumentar dramáticamente el riesgo de muerte los días fríos; el asma es más grave durante el invierno. Incluso los habitantes de las latitudes más septentrionales –supuestamente habituados al frío-tienen mayor prevalencia de dolencias respiratorias durante el invierno: falta de respiración, resoplido, tos duradera y episodios de tos, con aumento de la secreción de moco y producción de esputos.
Los síntomas respiratorios, que se incrementan en proporción directa al envejecimiento, suelen afectar más a las mujeres, siendo muy comunes cuando se realiza ejercicio. Existe, pues, una relación directa entre frío e incapacidad laboral, pudiendo –como hemos dicho- provocar la invalidez en personas sensibles o con enfermedades crónicas.
Hay estudios de población general concluyentes: vivir y trabajar en regiones septentrionales suele provocar problemas respiratorios, con una prevalencia importante de las enfermedades pulmonares obstructivas. Dicha sintomatología es particularmente ostensible entre trabajadores cuya actividad se desempeña a la intemperie, especialmente si los mismos son fumadores (población de riesgo).

Problemas y enfermedades musculo-esqueléticas
Los problemas musculo-esqueléticos, siendo el dolor y las molestias físicas la manifestación más común, son afecciones generales que pueden afectar a un tercio de la población durante el periodo invernal, con temperaturas relativamente moderadas (entre 10-18º C). Las molestias musculo-esqueléticas o trastornos musculo-esqueléticos (TME) son aquellas que afectan a los nervios, tendones, músculos y estructuras de soporte, ocasionando una amplia variedad de dolencias de gravedad dispar. Algunos ejemplos de TME son el síndrome del túnel carpiano, síndrome del cuello tenso (traumas acumulativos por tensión), tenosinovitis, peritendinitis…
La cohorte de dolencias asociadas son dolor en hombros, cuello, rodillas, zona lumbar, hinchazón, rigidez y dificultad de movimiento, debilidad muscular y parestesia. Aunque la evidencia científica sugiere una asociación entre exposición al frío y trastornos musculo-esqueléticos, existen limitaciones metodológicas en muchos de los estudios epidemiológicos existentes, lo que impide establecer, en la práctica, una relación casual.
·Trabajo frío en interior
Suele caracterizarse por una temperatura baja constante, con humedad. Implica una actividad física moderada, con movimientos repetitivos. En dichas condiciones, buena parte de los traumas musculo-esqueléticos se deben a los efectos combinados de la exposición al frío y el trabajo repetitivo, que desemboca en sobrecarga muscular y fatiga. Existen informes que describen esta asociación de factores en la industria de la transformación alimentaria (mataderos, industria conservera, restauración y catering). Como siempre, las condiciones individuales de la persona pueden ser un factor de riesgo y explican una desigual prevalencia de los TME entre los individuos expuestos a idénticas condiciones laborales. Los estudios efectuados entre personal de empresas del ramo alimentario (expuestos a temperaturas de entre 1-10º C) pone de manifiesto que la edad y el género van directamente asociados con el incremento de síntomas de etiología musculo-esquelética. Asimismo, se concluye que los factores relacionados con el lugar de trabajo (corrientes, frío o exposición prolongada al mismo) aumentarían los síntomas). De igual manera, parece que la severidad de las dolencias sería directamente proporcional a la intensidad de la exposición. También existe evidencia de la mayor prevalencia de los TME entre los trabajadores que se desenvuelven en entornos fríos que entre sus compañeros que trabajan en un ambiente térmico normal.
·Trabajo a la intemperie con bajas temperaturas
Los estudios apuntan que los factores climáticos son responsables de dolores de espalda, cuello, hombros, etc., hecho que rubrican los propios afectados. Parece pues que los TME van asociados, entre otras muchas actividades, al trabajo en entornos fríos.
La solución, que pasa por la prevención, sólo puede darse con medidas organizativas, como un adecuado plan de descansos o rotación en la actividad que se desempeña. En este sentido, cabe recordar que, como saben los ergónomos, la capacidad muscular del trabajador se recupera parcialmente mediante interrupciones intermitentes del ciclo de trabajo monótono. También puede optarse por sistemas de calefacción local, reducción de las corrientes y, sobre todo, optimizando el equipamiento de abrigo del personal, especialmente del que se muestra más sensible a los padecimientos musculo-esqueléticos.

Sin duda, el trabajo con frío produce alteraciones hemodinámicas que, en absoluto, son aconsejables para personas con riesgo cardíaco


Afecciones y enfermedades cardiovasculares
La exposición al frío aumenta la morbi-mortalidad cardiovascular, que, como ocurre con otras patologías, son más frecuentes o registran agravamientos durante la estación más fría. Los estudios epidemiológicos sugieren que los síntomas cardiovasculares (arritmias y dolores de pecho) se presentarían durante el frío para un 4% de la población al menos. Examinemos la función cardíaca bajo el efecto del frío.
·El aparato cardiovascular durante el ejercicio con frío
La carga cardíaca al trabajar en un ambiente frío es mayor debido a la vasoconstricción inducida, que reduce la circulación periférica, concentrando el flujo sanguíneo en el interior del organismo. Paralelamente, aumenta la presión cardíaca y, por tanto, el bombeo del corazón, que ha de latir más de prisa (aumentar su frecuencia). Como puede suponerse por la reacción fisiológica inducida, la exposición al frío es extenuante para el corazón, máxime cuando la sobre-exigencia se ve acompañada por el ejercicio físico que se está desarrollando en el entorno frío.
Obviamente, estas condiciones son aún más exigentes y graves para las personas que sufren enfermedades cardiovasculares (insuficiencia coronaria, angina de pecho). La respuesta siempre será diferente a la de personas sanas, con menor capacidad para el trabajo. Pruebas de esfuerzo realizadas por pacientes con patología isquémica (falta de riego) evidencian que el ejercicio en un entorno frío induce en los mismos una disminución del flujo sanguíneo coronario, pudiendo llegar a experimentar espasmos coronarios acompañados de dolor pectoral e, incluso, infarto de miocardio.
Por desgracia, la literatura médica no ha producido estudios que examinen las enfermedades cardiovasculares en el entorno del trabajo con frío. En cualquier caso, nos consta que los estudios epidemiológicos relativos a los factores de riesgo cardiovascular y el entorno de trabajo señalan el posible efecto agudo del calor y el frío en las citadas dolencias. Sin duda el trabajo con frío produce alteraciones hemodinámicas que, en absoluto, son aconsejables para personas con riesgo cardíaco.
·Hipertensión y trabajo con frío
Estudios experimentales señalan que la exposición al frío aumenta la presión sistólica y diastólica en individuos sanos. El aumento de la presión sanguínea en medio frío depende de factores como la intensidad y el tipo de enfriamiento (todo el cuerpo o una zona localizada, presencia de agua, aire…), así como de factores individuales. El tipo de enfriamiento es determinante para la respuesta cardiovascular: una repentina exposición local a frío severo, como podría ser la inmersión en agua fría, tiene unos efectos más agudos que una exposición moderada y duradera de todo el cuerpo al frío. En cualquier caso, conviene tener presente que, independientemente del tipo de exposición, si ésta eleva la presión arterial, aumentará el riesgo de episodios cardiovasculares. En cuanto a la población de riesgo, hay que decir que las bajas temperaturas exacerban la hipertensión en individuos hipertensos, fenómeno que se ve agravado en función del envejecimiento.
·Circulación periférica y trabajo en medio frío
El Síndrome de Raynaud (SR) es un problema clínico común que se manifiesta con vaso-espasmos recurrentes localizados en los dedos de manos y pies. Suele ir asociado a la exposición al frío o crisis emocionales. En personas con dicho síndrome, la normal vasoconstricción por efecto del frío (y el consiguiente entumecimiento de las manos) supone una merma importantísima de la habilidad y destreza manual. Los trabajadores con SR muestran una vasodilatación (inducida por el frío) alterada, así como una lenta recuperación de la circulación periférica después de la exposición. En los estudios experimentales llevados a cabo, tanto las personas sanas como las que padecen el síndrome de Raynaud disminuían su percepción sensorial tras la exposición al frío. La prestación manual era inferior en los sujetos con SR que en los sujetos sanos; los que tienen el síndrome tienen menor flujo sanguíneo, su respuesta de calentamiento de los dedos es prolongada, siendo su temperatura basal más baja. Todo ello es indicativo de una deficiente termorregulación en personas que padecen el síndrome de Raynaud.
Hay trabajos específicos que empeoran este cuadro. Así, la exposición a vibraciones transmitidas por la mano es responsable de una serie de desórdenes conocidos con la denominación de Síndrome de la Vibración Mano-Brazo (SVMB). Su componente neuro-vascular es el dedo blanco provocado por la vibración (Síndrome del dedo blanco), que es una manifestación secundaria del Síndrome de Raynaud. Este problema afecta a personal que utiliza maquinaria vibrátil (moto-sierras, desbrozadoras, amoladoras, martillos neumáticos) o motos de nieve (combinan dos efectos nocivos como son las vibraciones y el frío).
Las vibraciones ejercen una fuerza que modifica la posición normal del organismo. La respuesta fisiológica es una contracción muscular y una rigidez de las articulaciones para recuperar la posición normal, lo que facilita aún más la propagación de las vibraciones. Son las  vibraciones de alta frecuencia (entre 50 y 1.000 ciclos) ocasionadas por esta maquinaria las responsables de trastornos funcionales vasculares localizados en la mano y/o los dedos, pudiendo afectar incluso a los brazos.
El SVMB es una extendida enfermedad industrial que afecta a decenas de miles de trabajadores. Su síntoma más conocido es denominado “dedo blanco” (también dedo muerto, etc.) La enfermedad dificulta la circulación sanguínea, lo que provoca el blanqueamiento de los dedos y otras partes de la mano debido a un riego sanguíneo insuficiente. Al mismo tiempo, pueden presentarse lesiones nerviosas y musculares, dolor y rigidez en las manos y articulaciones de los dedos, la muñeca, el codo y el hombro.
El dedo blanco (inducido por vibración) es una afección inhabilitadora, no fatal, que afecta a personas que usan herramientas vibrátiles o participan en procesos en que quedan expuestos a la vibración mano-brazo por periodos prolongados. Sus efectos pueden escalonarse desde el dedo blanco a un blanqueamiento más severo y extenso, y pérdida del tacto, lo que interfiere con el normal desenvolvimiento del trabajo dado su efecto incapacitante. Obviamente, el frío agrava estas dolencias, por lo que conviene seguir algunas estrategias. Al iniciarse la exposición al frío, el ejercicio físico se iniciará de modo gradual, evitando un esfuerzo intensivo y repentino que provocaría el aumento de la presión arterial (efecto que ya está provocando el propio frío). Los trabajadores con historial de enfermedades coronarias deben estar informados de los mejores métodos para afrontar el desafío de las bajas temperaturas y sus efectos adversos sobre el aparato cardiovascular. Los trabajadores con síndrome de Raynaud deben evitar, en lo posible, el frío, protegiendo bien sus extremidades. En este sentido, la organización que les emplea debe contemplar sus necesidades especiales, ofreciéndoles información y asesoramiento personalizado.

Frío y diabetes
La diabetes se encuentra asociada con disfunciones metabólicas que pueden afectar a la termorregulación, agravando el riesgo de enfriamiento. Frecuentemente, la enfermedad también va asociada con neuro-vasculopatías periféricas que alteran la capacidad de regulación de la pérdida de calor en las extremidades. Así, la respuesta de vasoconstricción de los diabéticos ante el frío está por debajo de la de los individuos sanos. La circulación sanguínea es menor en las extremidades de los diabéticos del tipo 1, tanto durante como después de la exposición al frío. En los diabéticos insulino-dependientes se detecta menor flujo sanguíneo capilar. Muchos de estos enfermos también han desarrollado patologías cardiovasculares, lo que les convierte en personas muy vulnerables al frío y sus efectos fisiológicos.
Existe poca información sobre el binomio diabetes-frío –y menos en el contexto laboral-, pero estudios epidemiológicos generales señalan que los diabéticos presentarían síntomas cardíacos con frío más frecuentemente (53%) que los no diabéticos (39%). El alarmante incremento mundial de la diabetes del tipo 2 (por malos hábitos, etc.) solucionará sin duda esta laguna informativa. En cualquier caso, el diabético que trabaja expuesto al frío necesita asesoramiento sobre los efectos del frío, especialmente en relación con las enfermedades cardiovasculares. El cuidado personal y la consciencia de la posible co-morbilidad por la exposición al frío son aspectos preventivos de primer orden.

Efectos de la exposición laboral al frío
Enfermedades
Síntomas y dolencias
Respiratoria
-Asma
-Obstrucción pulmonar

Cardiovascular
-Afecciones coronarias
-Infarto de miocardio
-Incidentes cerebro-vasculares

Circulación periférica
-Síndrome de Raynaud
-Síndrome de la vibración mano-brazo (SVMB)

Musculo-esquelética
-Síndrome del túnel carpiano
-Síndrome del cuello tenso
-Tenosinovitis
-Peritendinitis

Dermatológica
-Urticaria
-Sabañones
-Psoriasis
-Dermatitis atópica
Respiratoria
-Aumento de la secreción de moco
-Falta de la respiración
-Resoplido
-Tos

Cardiovascular
-Dolor de pecho
-Arritmias y ahogo

Circulación periférica
-Cambio de coloración en los dedos
(blanco, azul, rojo)
-Dolor con el frío
-Entumecimiento y cosquilleo

Musculo-esquelética
-Dolor y rigidez
-Hinchazón y restricción del movimiento
-Parestesias
-Debilidad muscular

Dermatológica
-Picor y erupciones de la piel, palidez
-Eritema, edema

El frío y los problemas de la piel
Las afecciones dérmicas relacionadas con la temperatura incluyen el eritema, urticarias, sabañones, paniculitis por frío y crio-globulinemia. La respuesta anormal de la piel al frío ocurre habitualmente cuando los trabajadores se exponen a frío moderado (0-15º C) durante periodos prolongados. Cuando se padece una enfermedad crónica de la piel, las características de dicho órgano se ven alteradas, pudiendo aumentar la sensibilidad al frío y ocasionar incomodidad, dolor, disminución del rendimiento, e incluso lesiones. Hay poca información sobre la incidencia y prevalencia de las dermatosis comunes (dermatitis atópica, psoriasis y acné) a causa del frío. Se da por hecho que los problemas de la piel seca pueden empeorar con el frío (si éste se combina con una baja humedad relativa)
·Urticaria por frío
Implica hiper-sensibilidad al frío que se manifiesta con hinchazón de la piel y aparición de ronchas y lesiones urticantes (producen comezón) cuando la piel recupera su temperatura después de la exposición al frío. Los síntomas, que pueden tener un peso cruel en la calidad de vida del paciente, pueden degenerar en una amenaza seria si se ven expuestas al frío grandes áreas corporales (inmersión en agua fría), causando una reacción anafiláctica.
Desde el punto de vista laboral, este trastorno puede suponer una verdadera minusvalía para las personas que trabajan en ambientes fríos (por ejemplo, almacenes frigoríficos) o que deben sumergir las manos en agua fría, puesto que la inmersión dará lugar a un prurito intenso con edema y limitación de los movimientos de flexión y extensión. Si no se administra un tratamiento esta dolencia persiste durante 4-5 años, siendo las mujeres afectadas con mayor frecuencia que los hombres. El mejor tratamiento de la urticaria por frío es evitar el agente desencadenante, algo que no siempre está a nuestro alcance.
·Sabañones (pernio)
Es una dolencia vaso-espástica que afecta a porciones de la piel desprotegidas y que se ven expuestas a humedad no excesivamente fría; está categorizada también como una lesión por frío. Puede tener carácter idiopático (causa desconocida) o estar asociado con otras enfermedades sistémicas, especialmente las crio-patías (enfermedades del frío) y lupus eritematoso. El pernio severo se manifiesta horas después de la exposición y, si llega a hacerse crónico, puede persistir mucho después de que haya concluido la estación fría. Por consiguiente, los pacientes de enfermedades de la piel deben minimizar la exposición al frío, protegiendo las zonas afectadas de la piel.

Congelación y otras lesiones por frío
·Lesiones por congelación
Este tipo de lesiones inician una curva ascendente cuando las temperaturas caen por debajo de los -12º C y la velocidad del viento supera los 4,5 m/s. Es una problemática asociada a la agricultura, industria petrolera, transporte y almacenamiento, servicios de protección, transporte interurbano, etc. Puede sobrevenir por contacto con superficies frías. El grado de enfriamiento al tocar materiales fríos depende de la temperatura de la superficie, tipo de material, duración del contacto y otros factores individuales. En cualquier caso, no deben tocarse superficies a una temperatura ambiente inferior a los 0º C con las manos desprotegidas. Diversos líquidos empleados en la industria pueden causar congelaciones inesperadas (amoniaco líquido presurizado o petróleo). Se estima que alrededor del 60% de las personas que sufren congelación arrastran sus secuelas, que, como cabía sospechar, empeoran en ambientes fríos, reduciendo notablemente la capacidad laboral. Los efectos adversos de la congelación pueden persistir años después de haberse producido la lesión. Los variables que influyen en este factor de riesgo son individuales (antropometría, edad, sexo, raza), conductuales (adaptación al frío, ingesta de alcohol, fatiga, tabaquismo, uso de ungüentos protectores, ropa inadecuada o estrecha, situación postural estacionaria), y relativas a las condiciones de salud (Síndrome de Raynaud, Síndrome del dedo blanco, diabetes, neuropatías periféricas, dolencias psiquiátricas, medicación).
Evitar el riesgo supone planificación, información y medidas organizativas (adecuación del vestuario, espacios de trabajo, régimen de descansos, herramientas de calentamiento…). Los emolientes están desaconsejados ya que podrían aumentar el riesgo de congelación
·Hipotermia en el puesto de trabajo
El enfriamiento de todo el cuerpo puede darse en la actividad laboral, sobre todo en trabajos sedentarios o con poca solicitación física. Debemos tener en cuenta que sólo el descenso de 1º C de nuestra temperatura basal puede deteriorar notablemente el rendimiento, aumentando el riesgo de lesiones o accidentes laborales.
La hipotermia clínica (temperatura basal inferior a 35º C) es rara en el entorno laboral, encontrándose asociada, por lo general, con los accidentes, siendo el más claro de todos la inmersión repentina en agua fría. Por ello, son los pescadores quienes se hallan más cerca de este riesgo que, por analogía inversa a su contrario, llamamos golpe de frío. Éste puede sobrevenir no sólo por la inmersión en agua fría, sino por la simple exposición al frío a la intemperie.
·Otras lesiones asociadas al frío
Suelen ser la consecuencia de un entorno alterado o modificado (hielo, nieve, baja visibilidad) y aumentan el riesgo de accidente por resbalones, tropezón o caída, contingencias de gran probabilidad debido a la merma física que ejerce sobre nuestro cuerpo el frío. Hay una extensa lista de factores que predicen la ocurrencia de un accidente y, según un reciente estudio francés, la exposición al frío por sí sola multiplicaría el riesgo de lesión por tres. Nos consta que para trabajos a la intemperie (reparto de correo, agricultura, construcción) las caídas y las lesiones asociadas provocadas por la presencia de nieve o hielo son las prevalentes. Un estudio sueco de siniestralidad laboral en varios sectores lo confirma: el hielo y la nieve suponen resbalones, tropiezos y caídas para un 17% de población masculina y un 28% de población femenina, con una tasa de lesiones que aumenta proporcionalmente con la edad. El personal de reparto de correos es particularmente consciente de este problema, sobre todo en entornos rurales de nuestro propio país o latitudes más norteñas. Las caídas suelen ocurrir sobre el hielo cubierto por nieve, ya que no se percibe el riesgo oculto.

Gestionar el riesgo laboral del frío
Disponemos de la norma ISO 15743:2008 (Ergonomía del entorno térmico) que presenta una estrategia y herramientas prácticas para evaluar y gestionar el riesgo del frío en el lugar de trabajo. Incluye modelos de evaluación y gestión, una ‘check-list’ para identificar los problemas laborales relacionados con el frío, así como un modelo que ayuda a los médicos del trabajo y ergónomos a identificar los síntomas que denotan la sensibilidad de las personas más vulnerables. Esta norma internacional también guía en la aplicación de métodos científicos de evaluación del riesgo inherente al frío.
Con independencia de la norma, enfrentarse y gestionar (con  éxito) el frío en el trabajo empieza por el conocimiento y la valoración del riesgo potencial, a lo que seguirá la aplicación de estrategias de gestión o, dicho de otro modo, aplicación de un plan de prevención, que vigilará con especial celo al grupo de riesgo (personal más susceptible de sufrir crio-patías). Como ya hemos venido subrayando, las estrategias de gestión contemplarán, de forma obligatoria, medidas técnicas y organizativas combinadas con el uso adecuado de vestuario de protección frente al frío.

MÁS SOBRE EL FRÍO

Efectos agudos del enfriamiento

Como nos recuerda la OIT en su Enciclopedia de Seguridad y Salud en el Trabajo, “el efecto más evidente y directo del estrés por frío es el enfriamiento inmediato de la piel y las vías respiratorias superiores. La respuesta de los termo-receptores desencadena una secuencia de reacciones termo-reguladoras. El tipo y la magnitud de la reacción depende sobre todo del tipo y el grado de enfriamiento”.
Los principales mecanismos de defensa son la vasoconstricción periférica y los escalofríos. Ambos contribuyen a conservar el calor corporal y la temperatura interna del organismo, pero comprometen las funciones cardiovascular y neuromuscular. Ahora bien, los efectos fisiológicos de la exposición al frío también modifican las reacciones fisiológicas a través de mecanismos complejos y, en parte, desconocidos. Los ambientes fríos causan distracción, necesitándose un mayor esfuerzo mental para enfrentarse a los nuevos factores de estrés (evitar el enfriamiento, adoptar medidas de protección, etc.).
Por otra parte, el frío causa también un estado de alerta: aumentan los niveles de actividad nerviosa simpática y, por consiguiente, la preparación para la acción. 

Hipotermia

La hipotermia es una temperatura corporal inferior a la normal. Al respecto la OIT precisa que “desde el punto de vista térmico, el organismo consta de dos zonas: la periferia y el núcleo. La primera es superficial y su temperatura varía considerablemente según el ambiente externo. El núcleo consiste en los tejidos más profundos (cerebro, corazón, pulmones y parte superior del abdomen), y el cuerpo intenta siempre mantener una temperatura interna de 37 ± 2º C. Cuando la regulación térmica se deteriora y la temperatura interna empieza a descender, la persona sufre estrés por frío, pero hasta que la temperatura interna no alcanza 35º C, no se considera que la víctima se encuentra en un estado de hipotermia”.
Entre los 35 y los 32º C, la hipotermia se considera leve; entre 32 y 28º C, moderada y por debajo de 28º C, severa.
Cuando la temperatura interna empieza a descender, se produce una intensa vasoconstricción que redirige la sangre de la periferia al núcleo, evitando así la conducción de calor del interior del cuerpo a la piel. Para mantener la temperatura, se provocan escalofríos, con frecuencia precedidos por un aumento del tono muscular. Una tiritera de intensidad máxima puede aumentar la tasa metabólica entre cuatro y seis veces.

Estadio (fases) de la hipotermia
Temperatura interna ºC
Síntomas clínicos
37,6
Temperatura rectal normal
37
Temperatura oral normal
36
La relación metabólica aumenta para compensar la pérdida de calor
35
Tiritones de máxima intensidad
34
Se mantiene la consciencia y la respuesta. Presión arterial normal
33
Se inicia una fuerte hipotermia
32-31
Consciencia disminuida. Pupilas dilatadas, reaccionan a la luz. Cesa la tiritera
30-29
Pérdida progresiva de la consciencia, aumenta la rigidez muscular. Presión arterial y pulso muy débiles. Disminuye la frecuencia respiratoria
28
Posible fibrilación ventricular
27
Cesa el movimiento voluntario.
Las pupilas no reaccionan a la luz. Ausencia de reflejos tendinosos
26
Pérdida de consciencia
25
Puede producirse fibrilación ventricular espontánea
24
Edema pulmonar
23-21
Riesgo máximo de fibrilación ventricular
20
Parada cardiaca
19 o menos
Encefalograma plano
Evolución de la destreza manual
(según temperatura ambiental)
32-36º C
27-32º C
20-27º C

15-20º C

10-15º C

6-8º C
Funcionamiento óptimo de las manos y los dedos
Efectos en la destreza, precisión y velocidad de los dedos Disminución del rendimiento en trabajos de alta precisión, menor resistencia
Disminución del rendimiento en trabajos sencillos con manos y dedos. Sensación de dolor ocasional
Menor fuerza muscular bruta y deterioro de la coordinación muscular. Sensación de dolor
Bloqueo de los receptores sensoriales y térmicos de la superficie de la piel
6-0º C
Entumecimiento, deterioro del rendimiento manual para tareas sencillas
<0º C
Congelación de los tejidos

Rendimiento manual

Las manos son muy sensibles a la exposición al frío. “Debido a su pequeña masa y a su gran superficie, –cita la Enciclopedia de la OIT- las manos y los dedos pierden mucho calor a pesar de mantener unas temperaturas tisulares elevadas (entre 30 y 35º C). En consecuencia, esas temperaturas elevadas sólo pueden mantenerse con un alto nivel de producción interna de calor que permita un flujo sanguíneo elevado y sostenido a las extremidades”.
La pérdida de calor en las manos puede reducirse en ambientes fríos utilizando unos guantes apropiados. No obstante, los guantes para proteger del frío tienen necesariamente grosor y volumen y, en consecuencia, dificultan la destreza manual. Por eso, el rendimiento manual en ambientes fríos no puede conservarse con medidas pasivas. En el mejor de los casos, la reducción del rendimiento puede limitarse si se llega a un compromiso equilibrado entre la elección de unos guantes funcionales, la conducta en el trabajo y un régimen adecuado de exposición al frío.
Dado que el funcionamiento de las manos y los dedos depende de las temperaturas tisulares locales, los movimientos finos, delicados y rápidos de los dedos se ven entorpecidos cuando la temperatura de los tejidos desciende tan sólo unos grados. No es éste un asunto baladí, pues la disminución de la destreza manual comporta riesgos al manejar, por ejemplo, maquinaria peligrosa.

Síndrome del cuello tenso (o cuando duele trabajar)

Trabajar con una tortícolis o una contractura en la zona del cuello y los hombros implica un sufrimiento físico importante, con la consiguiente merma de facultades y la posibilidad de que sobrevenga un incidente-accidente laboral por falta de concentración, distracción o, sencillamente, dolor.
Un cuello rígido cursa con fatiga, dolor y, en ocasiones, dolor de cabeza radiado; puede haber espasmo muscular. El dolor y la dificultad de movimientos pueden deberse al sobreesfuerzo de algún músculo (especialmente el elevador de la escápula, que conecta cuello y hombro). El cuello doloroso inhibe el movimiento, por lo que es característico que los pacientes de esta dolencia acostumbren a rotar todo el cuerpo en vez de girar el cuello para mirar hacia los lados o hacia atrás.
El síndrome del cuello tieso está originado por muchos factores, que incluyen el mantenimiento prolongado de una postura estática, a veces forzada. A este respecto, conviene recordar la sentencia de los ergónomos de “la mejor postura es la que dura menos tiempo”. Junto a muchas otras causas (vicios posturales: usar el móvil y otros tecno-vicios), nuestro cuello puede adquirir una rigidez insufrible –e invalidante para el trabajo- como consecuencia de la exposición a corrientes de aire frío.
Masajes para distender la contractura, relajación anti-estrés, hidromasaje, calor terapéutico, etc. son algunos remedios para recuperar la lesión.

Paniculitis por frío y crio-globulinemia

La paniculitis por frío se caracteriza por la aparición de placas subcutáneas violáceas dolorosas, que reflejan grandes zonas de infiltración inflamatoria de la dermis profunda. Su aparición se produce siempre en la época invernal, y las causas pueden ser profesionales. La mayor frecuencia de aparición se da en las mujeres, localizándose preferentemente en los muslos, rodillas o tercio superior de las piernas.
La crio-globulinemia provoca la aparición de crio-globulinas, inmuno-globulinas que precipitan con el frío y se redistribuyen con el calor. Las manifestaciones más frecuentes son las cutáneas (100%), produciendo hiper-pigmentación residual. Las manifestaciones cutáneas incluyen cianosis (coloración azulada-violeta de la piel y mucosas), Síndrome de Raynaud (disminución del flujo normal de la sangre a las puntas de los dedos cuando están expuestos al frío, que se manifiesta con sudoración y frialdad distal en los dedos de manos y pies y coloración azulada o rojiza parcheada de la piel de los dedos), úlceras (lesión circunscrita en forma de cráter que afecta a la piel o las mucosas producida por la necrosis asociada a algunos procesos inflamatorios, infecciosos o malignos de la piel) y púrpura (hemorragia puntiforme bajo la piel, de color rojo burdeos) principalmente en extremidades inferiores, abdomen bajo y glúteos.

*Manuel Domene. Periodista.

Bibliografía: Enciclopedia de Seguridad y Salud en el Trabajo (OIT).
Tiina M. Mäkinen and Juhani Hassi. Industrial Health 2009, 47, 207–220. Institute of Health Sciences. University of Oulu (Finland).

http://archivosseguridadlaboral-manueldomene.blogspot.com/2011/06/el-frio-como-riesgo-laboral.html

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